Ser un buen gestor ayuda a ser entrenador del PSG. No vale solo con ser un gran estratega. En un vestuario dominado por el ego, cada futbolista necesita un trato y el éxito radica en que Christophe Galtier sepa encontrar el equilibrio. No es fácil. La decisión de tener a partir de ahora a cuatro segundos capitanes parece extravagante. Mbappé, Kimpembe, Verratti y Sergio Ramos tienen el mismo rango, sin saber quién llevará el brazalete en ausencia de Marquinhos.
A priori se da por descontado que Kylian asume más responsabilidad, aunque el club se apresuró en matizar que ese ascenso no va en detrimento de otros compañeros. A Kimpembe, sin embargo, le sorprendió el movimiento: “Acataré la decisión del PSG”, escribió a regañadientes a través de sus redes sociales. El central, hasta ahora segundo capitán, ve como tendrá que compartir su estatus con otros tres futbolistas.
Normalmente el entrenador del PSG tiene que hacer malabarismos para tener a todos contentos, algo utópico por no decir imposible. Christophe Galtier, respaldado tanto por la dirección deportiva como por Al Khelaifi, decidió que Mbappé tuviera otro rol en el equipo, con más peso. Está a punto de convertirse en el máximo goleador de la historia del PSG y quieren tenerle contento. Reabrir el debate sobre su futuro agota en las oficinas del club.
En Francia ha sorprendido la acción de Christophe Galtier: “Puede generar mucho dilema tener a cuatro capitanes con el mismo poder. Cuesta entender que jugadores como Sergio Ramos, Kimpembe o Verratti, que han tenido un historial de lesiones importantes, puedan ser el relevo de Marquinhos con regularidad”, opinaron ayer en RMC Sport. La lucha de egos en el vestuario parisino es inevitable, y el club tiene que convivir con esa realidad.