Para la historia. Hace 22 años, el domingo 4 de febrero de 2001, Roger Federer concretó su primer gran golpe. Ese día, el suizo, a los 19, ganó su primer título de ATP, en Milan. Este sábado es el aniversario de ese hito en su carrera, ya que empezó el camino hacia los 103 certámenes que obtuvo como profesional.
Atrás había quedado su etapa como campeón mundial junior y sus inicios entre los mayores, en 1998. También habían pasado sus dos primeras finales de ATP, ambas en 2000, perdidas en Marsella, ante su compatriota Marc Rosset, y en su Basilea natal, frente al sueco Thomas Enqvist.
Tenía 19 años -cumplió luego 20 en agosto- cuando pisó Milan en aquel lejano 2001. Arribó a la capital de la moda italiana siendo el 27° del ranking mundial y fue superando de a uno a cinco rivales europeos hasta tocar la gloria de su primera copa individual, en superficie rápida, por entonces de carpeta sintética, bajo techo.
En el repaso, Federer derrotó en el debut al alemán Rainer Schuettler (era 48°) por 6-3 y 6-4, en segunda ronda al francés Cyril Saulnier (120°) por 2-6, 6-3 y 6-4 y en cuartos de final al croata Goran Ivanisevic (123°; ese año campeón de Wimbledon) por 6-4 y 6-4.
Así, el talentoso helvético, dueño de 103 coronas oficiales, se abrió camino a semifinales. Y allí se topó con el único Top 10 del mundo en ese momento, el ruso Yevgeny Kafelnikov (7°, ex N°1 y dueño de dos Grand Slam), al que venció por 6-2, 6-7 (4) y 6-3.
Y llegó la gran final, la definición que marcó un punto de inflexión en su extraordinaria trayectoria. Federer le ganó ese choque al francés Julien Boutter (67°) por 6-4, 6-7 (7) y 6-4. El galo apenas jugó -y se impuso- otra final ATP. De poco le importó al suizo el recorrido de su oponente, ya que jamás olvidará ese gran éxito en Milan, donde sus mejores éxitos los obtuvo en los dos duelos previos.
Ese fue el primero de sus 103 títulos. Hoy, con 41 años, está retirado del tour en septiembre pasado debido a una molesta lesión en la rodilla derecha. Por siempre, Milan 2001 seguirá siempre en su corazón. Fue su único torneo ganado en suelo italiano y le abrió el camino a muchísima gloria.