Tener, por mucho, el mejor auto de la parrilla en la F1 es el objetivo de todos los equipos, el sueño hecho realidad, pero cuando sus pilotos comienzan a competir entre ellos puede convertirse en una dulce pesadilla. Ahora, Red Bull tiene ese ‘problema’ la rivalidad por el título es interna y tiene nombres propios: Max Verstappen vs Sergio “Checo” Pérez.
Lo acontecido en las dos primeras fechas del campeonato 2023 ha dejado claro que nadie hizo mejor la tarea que el equipo de ingenieros que comanda Adrian Newey, el RB19 no ha tenido rival en las pistas y sólo otro RB19 lo puede derrotar… hasta que Ferrari, Aston Martin o alguien diga lo contrario.
Los menos probable será que se trate de una civilizada pulsada entre caballeros, por lo regular estos son choques de tú a tú, donde los peores sentimientos afloran y los espacios en la pista se miden por milímetros.
Dejarlos correr o no, ese es el dilema
Ahora, ¿Red Bull debe dejar que peleen libremente? ¿O debe meter mano y detenerlos y decidir quién gane?
El primer escenario tiene dos caras como una moneda. Una es que combatan con lealtad y deportivismo, difícil pero no imposible, la segunda es cero fraternidad ni compañerismo, un reto frontal.
Senna-Prost, Villeneuve-Pironi, Alonso-Hamilton, Hamilton-Rosberg, son algunos ejemplos de coequiperos tóxicos en equipos poderosos que acabaron por alucinarse, en el mejor de los casos o que llevaron su rivalidad al extremo de poner en riesgo sus vidas.
Eso es lo que menos desea Red Bull, sobre todo porque esas guerras, como todos los conflictos, son costosas en todos sentidos, pero sobre todo en el económico.
Cada vez que un piloto se olvida que es parte de un equipo y ataca a su compañero, lo primero que salen volando son alerones, pedazos de fibra de carbono y dólares en reparaciones y refacciones.
En ese sentido, hay equipos en la historia que han optado por nombrar pilotos 1 y 2, establecer roles, incluso antes de que inicien las temporadas. Así, Barrichello jamás corrió contra Schumacher, ni Massa tampoco, como tampoco Berger a Senna.
Muy distinto es como cuando Bottas nunca pudo igualar a Hamilton o Coulthard a Raikkonen o Webber a Vettel. La ley de la selección natural hizo su trabajo y predominó el más fuerte.