Hace tiempo que la UEFA aprieta al PSG para que cuadre sus cuentas de cara a la temporada que viene. Con la masa salarial disparada, el club tiene que reajustar su presupuesto para ahorrarse ser sancionado. Otro contratiempo más para Al Khelaifi, cuestionado como responsable de un proyecto que no funciona. Obligado a hacer cambios este verano, el presidente parisino no va a disponer de un cheque en blanco como en otras ocasiones.
El contrato de Mbappé es intocable. Acaba en 2024 y nadie discute lo que gana. El internacional francés, reconocido y casi reverenciado por sus aficionados, ha justificado ser el principal estandarte del PSG. No es un gasto. Es una inversión y está más que amortizada. Qatar, de hecho, sueña con que Kylian ejecute la cláusula para prolongar su acuerdo hasta 2025: “Queremos ganar la Champions”, aseguró a los ultras la semana pasada.
Neymar es el gran rompecabezas del PSG. Es el segundo sueldo más alto del vestuario y el club sabe que no va a poder echarlo. Con contrato hasta 2027, el brasileño se siente blindado después de asegurar que no tiene intención de marcharse. Un problema para Al Khelaifi, que desde hace un año intenta colocarle en el mercado. Las lesiones y su rendimiento intermitente no justifican su caché. Neymar, sin embargo, controla su futuro.
En cuanto a Messi, el club estudia alguna fórmula que pueda contentarle para seguir. No va a ser fácil. En Francia se ha filtrado que la propuesta de renovación puede ser a la baja y el rosarino espera que se le valore en su justa medida tras ganar el Mundial. Hubo un preacuerdo de palabra entre el padre de Leo y Al Khelaifi en Qatar, pero todo se ha enfriado a la espera del proyecto que se le presenta para la temporada siguiente.
En cualquier caso, siga Messi o no, el equipo necesita reestructurarse para ser competitivo en Europa. El arquitecto de la plantilla, Luis Campos, tampoco ha estado a la altura de las expectativas y, como Christophe Galtier, no tiene asegurado su futuro en el PSG. Ocurre que para cambiar las cosas no se puede gastar sin medida. La UEFA controla de cerca la contabilidad de un club que no va a poder regenerarse a cualquier precio.