Tras el resultado del clásico, una parte significativa de los seguidores del Barcelona mostraron su descontento por el desempeño del equipo en el terreno de juego del Monumental. Según el periodista Ronald Pin, un grupo enfurecido se aproximó agresivamente a la entrada del túnel que conduce hacia los vestuarios. Por suerte, el personal de seguridad del club logró cerrar la puerta a tiempo, evitando así problemas de mayor magnitud. Antes de estos incidentes, se escuchaba nuevamente el coro de la afición del Barcelona: «Que se vayan todos… ¡Que no quede ni uno solo!» Esta expresión refleja el descontento generalizado de los aficionados hacia el rendimiento del equipo y la necesidad de tomar medidas drásticas para abordar la situación.
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