Parecía que Kylian Mbappé (25 años) había caído de pie en el Real Madrid. Su anhelado debut, en la Supercopa de Europa, lo celebró con su primer gol y su primer título con la camiseta que soñaba con vestir desde que era un niño. Un inicio prometedor, que hacía presagiar que el delantero, que venía de promediar más de 40 goles en sus últimas cuatro temporadas, llegaba al equipo de Ancelotti con la pólvora cargada. Pero llegó la hora de la Liga y el último umbral hacia la portería rival se le resiste, partido tras partido, a Mbappé.
No es por falta de insistencia. Ni de actitud. Ni de participación en el juego. El astro francés, lo intenta, se desmarca, pide el balón. “El francés se ofrece mucho y bien y no recibe todos los balones que debe recibir un futbolista de su calibre”, escribía ayer Álvaro Benito en estas mismas páginas. El gol que marcó al Atalanta, en una jugada en la que tiró varios desmarques hasta recibir finalmente el balón e Bellingham, fue una muestra de la calidad de sus movimientos en el área, de las soluciones que ofrece al equipo en la finalización.
Pero a la hora de la verdad, a Kylian no le salen las cosas en esta aún incipiente Liga. Lo intentó cuatro veces en Mallorca, otras cuatro contra el Valladolid y las multiplicó hasta nueve en Las Palmas. Ninguno de esos intentos tuvo el resultado deseado del gol. Lo busca con tanto ahínco que incluso hizo todo lo posible por evitar irse al suelo en una jugada susceptible de penalti en la que McKenna le llevaba agarrado. En total, 17 tiros que le convierten en el máximo rematador de lo (poco) que va de temporada en las principales ligas europeas, según datos de Opta. Pero el gol se le niega. En la estadística avanzada, también es el que peor diferencial tiene entre los goles esperados (xG) y los goles marcados (-1,8 xG). Con las ocasiones que ha tenido, la probabilidad de que hubiera marcado ya dos goles es mayor que la de que llevase sólo uno. O expresado de otra forma: la temporada pasada en la Ligue 1 necesitaba 4,4 remates de promedio para ver puerta. A ese ritmo, casi podría llevar cuatro goles. Sin embargo, en LaLiga su casillero sigue vacío…
Mbappé dejó en la Ligue 1 un interminable reguero de víctimas. Se marchó del campeonato francés habiendo marcado a todos los rivales (31) a los que se enfrentó menos a uno: el PSG cuando todavía era jugador del Mónaco. Dio igual que se hubiera enfrentado a ellos 14 veces o solo dos. De momento, sus tres primeros rivales en la Liga española (Mallorca, Valladolid y Las Palmas) pueden presumir de haber resistido al potencial goleador de Mbappé, que acumula así tres jornadas sin marcar. Una mala racha pasajera, pero que sin embargo para el talento de Bondy supone un inicio de campeonato histórico: salvo en el año de su precoz debut con el Mónaco (todavía con 16 años) siempre había marcado al menos un gol en sus tres primeros partidos de cada temporada en la Ligue 1. La campaña pasada, sin ir más lejos, hizo cinco dianas en sus tres primeros encuentros (y eso que fue suplente en el primero de ellos).
Las alarmas todavía no se han encendido. “El último gol suyo fue el 14 de agosto. ¡Sólo han pasado dos semanas!”, recordaba Ancelotti en la víspera del partido contra Las Palmas. Esta aún breve sequía se asume como parte del proceso. “No es un tiempo prudente para preocuparse. No lo hacemos nosotros, pero tampoco lo hace él. Tiene ganas de marcar, eso está claro”, justificaba Ancelotti. Y la afición, que acudió entusiasmada a su puesta de largo en el Bernabéu el pasado domingo, tiene ganas de celebrar ante el Betis el primer gol de Mbappé en Liga. Que será el primero de muchos.
(Tomado de diario AS)