“Estamos muy lejos, aunque ya lo sabíamos en los test, pero la brecha es muy grande”. El lapidario análisis de Lewis Hamilton sacudió el ya tranquilo paddock del circuito de Sakhir, finalizada la primera jornada del GP de Bahrein, fecha inicial de la 74ª temporada de Fórmula 1.
El heptacampeón ya se había mostrado escéptico sobre el andar del W14 durante la pretemporada. Apenas la eliminación del porpoising le había sonsacado una pequeña sonrisa, al menos su cintura dejaría de sufrir los embates del galope que lo tuvo a maltraer durante la temporada anterior. Sin embargo, el golpe de realidad que vivió el equipo alemán en los entrenamientos oficiales fue una bofetada inesperada. Red Bull parecía un parámetro lejano, al menos en los compases iniciales del ejercicio, pero tanta distancia, sumada a la superioridad de Aston Martin (lleva motor Mercedes) y la pelea a la distancia con Ferrari, minaron de caras largas el búnker de las Flechas de Plata.
“Tenemos que intentar encontrar algo que nos permita ganar un poco de rendimiento. Creo que podemos reducir la brecha en el futuro, pero va a ser bastante duro con el concepto que tenemos. Vimos progreso el año pasado, pero la brecha no era tan grande como ahora”