La Copa Interamericana, a pesar de sus interrupciones, marcó un período entre 1969 y 1998 en el que se enfrentaban los ganadores de la Copa Conmebol Libertadores y la Copa de Campeones de la Concacaf, si bien su regreso en 2024 está siendo planeado con un formato renovado. Esta iniciativa surge en un contexto donde torneos secundarios como la Copa Sudamericana y la Leagues Cup han ganado fuerza, alimentando la necesidad de una competencia que enfrente a los cuatro campeones del 2023: el vencedor de la Copa Libertadores, el de la Copa de Campeones de la Concacaf (Club León de México), el triunfador de la Copa Sudamericana y el de la Leagues Cup (Internacional de Fútbol Miami o Nashville SC). Sin embargo, persisten decisiones cruciales: ¿una competencia de todos contra todos o con eliminatorias en Semifinal y Final? Además, la elección del escenario enfrenta el desafío de encontrar un equilibrio entre una sede única y partidos de ida y vuelta, cuestionados por las extensas distancias y los limitados espacios en el calendario de las confederaciones. La gestación de esta resurrección cuenta con la base de la relación positiva entre Conmebol y Concacaf, aunque el camino hacia su concreción implica un balance cuidadoso entre tradición y adaptación a las demandas contemporáneas del fútbol en América.
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